lunes, 3 de marzo de 2014

MAURITANIA, TERCER ASALTO

Hay algo que te obliga a volver allí, a donde el Desierto se convierte en un océano repleto de vida, donde uno es capaz de olvidar por unos días la ajetreada vida  que llevamos, para pasar a formar parte de un ecosistema único, durmiendo bajo un manto de estrellas, entre chacales, donde la pesca se convierte en una cuestión de supervivencia, donde el choque cultural nos hace crecer como humanos. 


Este ha sido el viaje de los palometones. Hasta 30 hemos podido capturar Raúl Gil y yo, con una tarde mágica en la que sacamos hasta 17 ejemplares. 

Hay enclaves en los que pocos peces habrán visto un señuelo, donde podrías estar pescando sin ver a nadie en toda la semana.

 Vadeando, caña del 5 en mano, buscando algún palometoncito que pescar a mosca... ¡menuda pelea me dió el jurelito!

 Aguas someras y relativamente turbias... mal escenario para encontrar serviolas, pero ésta se dejó engañar por Raúl con el equipo de casting y una gambita Manic Shrimp. 

 Las rocas nos hicieron perder algunos señuelos con peces realmente grandes. Ojo, cuando decimos grandes, es GRANDES, por que de hasta 15 - 20 kilos salieron bien. 

 Esta autofoto es la culminación de un gran esfuerzo. Carlos, de producciones Bicho, con su trabajo ya hecho, trató el último día de sacar algún jurel o algún palometón a mosca. No es una tarea fácil, y su primer jurel nos contagió la alegría que sintió al verlos seguir y clavar. 

 A veces los abadejos son realmente molestos, subiendo hasta la superficie a por los señuelos destinados al palometón o a la cobia. Se lo zampan todo.

 Mucha gente viaja a ver aves a este país. Nosotros no las buscamos, pero te las encuentras. 

 El viaje es al más puro estilo París Dakar. 


 "Palometoning", nuestro deporte favorito. Esta vez, al Salty Freestyler de Savagear. 


 Hubo tiempo para el eging salvaje... 

 Y muuucha sama "de ración" a las gambas Manic Shrimp, al menos en los lances en los que los abadejos dejaban llegar el señuelo al fondo. También salieron verrugatos, borriquetes, sargos, bailas...


Un nuevo viaje para recordar, desde luego, durante muuuucho tiempo. Gracias Elmami y Matala, gracias Carlos y Raúl, y gracias a Savagear por colaborar en la logística.